Hace años, muchos, en mi época de instituto, conocí a una chica, una compañera de clase. Conocí a Fany.
Fany es especial, y la gente cuando la mira, se da cuenta. A ella la besó una estrella.
Fany tiene el Nevus Gigante Congénito, una malformación de la piel muy poco frecuente, presente desde el nacimiento o manifestada al poco tiempo de nacer, que se caracteriza por la presencia de grandes lunares o placas de color marrón oscuro que cubren entre el 10% y el 90% del cuerpo. Ella tiene una mancha en la cara.
Nunca le pregunté que era esa mancha, ni tan siquiera me lo pregunté a mi misma, ni tan siquiera la veía. Porque Fany, con su perenne sonrisa, con la vitalidad, con su inteligencia y con su amistad, hizo que yo jamás me palteará qué era esa mancha. Nunca lo hice, y hasta que ella no me habló, hace unas semanas, de la asociación en la que está metida, y del cuento que escribió, yo nunca pensé que era esa mancha que tenía en la cara. Ella era especial, porque se ganó mi amistad, porque me apoyó sin que yo se lo pidiera, porque apesar de los años separadas y de las diferentes aficiones que no compartiamos, Fany me siguió demostrando que era especial en los momentos en que yo ni siquiera pensaba que se acordaba de mí. Y es que Fany, es mucha Fany.
Fany escribió un cuento en la web de la asosicación en la que está metida (www.asonevus.org) EL Beso De La Estrella, un hermoso cuento con una moraleja preciosa. Un cuento que os dejo para que leáis.
El beso de la estrella
Había una vez un niño muy curioso y travieso que vivía en
un país lejano. Le gustaba mucho la naturaleza, jugaba con
las mariposas, recogía conchas en la playa y le fascinaban las
estrellas. Todos los días, se pasaba horas y horas asomado en
la ventana de su habitación observando los astros. Él no sabía
el secreto de las estrellas, que también fueron niños como él,
que se transformaron en energía para iluminarnos y guiarnos
en las oscuras noches en las que nos encontrábamos perdidos,
que siempre están ahí, que no sólo aparecen por la noche,
están siempre, y cada uno de nosotros tiene su estrella que le
acompaña.
Desde su ventana se divisaba una, desde allí, se veía como
la más importante, la más brillante y nuestro protagonista
pensaba que brillaba para él. Y era cierto, brillaba por y para él.
También es verdad, que cada estrella tiene a un niño que cuida.
No es casualidad ni coincidencia y como cambia el niño, cambia
ella, y viceversa. Una noche sucedió que la estrella se coló por la
ventana mientras nuestro protagonista dormía y…, ¡zaaas! le dio
un beso suave y tierno. Pocas veces ocurría esto y cada vez que
pasaba era tal la fuerza de este contacto que por un momento
se detenía el tiempo. Y desde ese día hubo cambios, cambios para
todos.
Este beso dejó una marca en el rostro del niño, huella de estrella.
Señal de que era un niño muy especial como para que su estrella
que le quería tuviera el valor de entrar en su habitación por unos
segundos. Al día siguiente y durante muchos días se produjeron
situaciones extrañas: había gente que veía el cambio y cambiaba
algo en ellos; otros no lo querían ver y no lo veían, después lo
veían y se producía ante aquella diferencia una sensación de
rechazo, desesperación y pena; en otros, no ocurrió nada.
Los padres lloraban, lloraron tanto que se quedaron sin lágrimas,
con los ojos secos, y aun así, seguían llorando. Sabían que en
aquellos tiempos tener contacto con las estrellas era peligroso
y ellos se sentían culpables de aquella situación. ¿En qué hemos
fallado? ¿Qué hicimos mal para enfadar a la estrella y que baje
a castigarnos, produciendo ese daño en nuestro hijo? Sentían
que esta diferencia sería un problema para su hijo y para ellos,
teniendo repercusiones en su presente y futuro. No comprendían
que ellos no pudieron hacer nada para evitar lo que ya estaba
escrito y que el universo tenía su propia energía que provocaba
estas situaciones, y eran inevitables.
Fueron a la corte para hablar con los sabios y la princesa, iba a
ser un viaje muy largo.
Y llegaron. Los padres con miedo y esperanza, miedo de que les
culparan de ser malos padres, especialmente la madre, y de que
tenían la culpa de lo ocurrido y esperanza de que les ayudaran.
El niño estaba feliz, era un niño feliz, simpático y divertido, eso
no iba a cambiar, y al ser niño, no entendía tampoco nada del
revuelo que se había montado por la visita de la estrella.
Entonces fueron recibidos entre sorpresa y expectación, ya que
no todos los días se veía aquello, era poco frecuente, podemos
decir, raro. Muchos de aquellos sabios ya habían oído historias de
otros sabios; algunos, unos pocos lo habían visto anteriormente,
durante siglos ya había pasado. La princesa reaccionó ante
aquello con normalidad. Era princesa, y no es princesa cualquiera,
sino solo aquel que tiene gran corazón y ve más allá de los
ojos. Pidió al niño que se acercara, le puso las manos sobre los
hombros y le transmitió una calidez y una ternura que gustaron
al niño. Su dictamen fue claro: «eres especial, porque una estrella
te marcó. Cuando estés preparado, desaparecerá si quieres y
te quedará una cicatriz, para que recuerdes que tu estrella te
quiere.»
Y así, con este mensaje, volvieron a casa.
Y cuento contado, ¡cuento acabado!
Una maravillosa historia de superación, de lucha, de esfuerzo. La historia de una amiga especial. De mi amiga FANY.Había una vez un niño muy curioso y travieso que vivía en
un país lejano. Le gustaba mucho la naturaleza, jugaba con
las mariposas, recogía conchas en la playa y le fascinaban las
estrellas. Todos los días, se pasaba horas y horas asomado en
la ventana de su habitación observando los astros. Él no sabía
el secreto de las estrellas, que también fueron niños como él,
que se transformaron en energía para iluminarnos y guiarnos
en las oscuras noches en las que nos encontrábamos perdidos,
que siempre están ahí, que no sólo aparecen por la noche,
están siempre, y cada uno de nosotros tiene su estrella que le
acompaña.
Desde su ventana se divisaba una, desde allí, se veía como
la más importante, la más brillante y nuestro protagonista
pensaba que brillaba para él. Y era cierto, brillaba por y para él.
También es verdad, que cada estrella tiene a un niño que cuida.
No es casualidad ni coincidencia y como cambia el niño, cambia
ella, y viceversa. Una noche sucedió que la estrella se coló por la
ventana mientras nuestro protagonista dormía y…, ¡zaaas! le dio
un beso suave y tierno. Pocas veces ocurría esto y cada vez que
pasaba era tal la fuerza de este contacto que por un momento
se detenía el tiempo. Y desde ese día hubo cambios, cambios para
todos.
Este beso dejó una marca en el rostro del niño, huella de estrella.
Señal de que era un niño muy especial como para que su estrella
que le quería tuviera el valor de entrar en su habitación por unos
segundos. Al día siguiente y durante muchos días se produjeron
situaciones extrañas: había gente que veía el cambio y cambiaba
algo en ellos; otros no lo querían ver y no lo veían, después lo
veían y se producía ante aquella diferencia una sensación de
rechazo, desesperación y pena; en otros, no ocurrió nada.
Los padres lloraban, lloraron tanto que se quedaron sin lágrimas,
con los ojos secos, y aun así, seguían llorando. Sabían que en
aquellos tiempos tener contacto con las estrellas era peligroso
y ellos se sentían culpables de aquella situación. ¿En qué hemos
fallado? ¿Qué hicimos mal para enfadar a la estrella y que baje
a castigarnos, produciendo ese daño en nuestro hijo? Sentían
que esta diferencia sería un problema para su hijo y para ellos,
teniendo repercusiones en su presente y futuro. No comprendían
que ellos no pudieron hacer nada para evitar lo que ya estaba
escrito y que el universo tenía su propia energía que provocaba
estas situaciones, y eran inevitables.
Fueron a la corte para hablar con los sabios y la princesa, iba a
ser un viaje muy largo.
Y llegaron. Los padres con miedo y esperanza, miedo de que les
culparan de ser malos padres, especialmente la madre, y de que
tenían la culpa de lo ocurrido y esperanza de que les ayudaran.
El niño estaba feliz, era un niño feliz, simpático y divertido, eso
no iba a cambiar, y al ser niño, no entendía tampoco nada del
revuelo que se había montado por la visita de la estrella.
Entonces fueron recibidos entre sorpresa y expectación, ya que
no todos los días se veía aquello, era poco frecuente, podemos
decir, raro. Muchos de aquellos sabios ya habían oído historias de
otros sabios; algunos, unos pocos lo habían visto anteriormente,
durante siglos ya había pasado. La princesa reaccionó ante
aquello con normalidad. Era princesa, y no es princesa cualquiera,
sino solo aquel que tiene gran corazón y ve más allá de los
ojos. Pidió al niño que se acercara, le puso las manos sobre los
hombros y le transmitió una calidez y una ternura que gustaron
al niño. Su dictamen fue claro: «eres especial, porque una estrella
te marcó. Cuando estés preparado, desaparecerá si quieres y
te quedará una cicatriz, para que recuerdes que tu estrella te
quiere.»
Y así, con este mensaje, volvieron a casa.
Y cuento contado, ¡cuento acabado!
Desde aquí, un beso, un abrazo y un mordisco muy especial para ti FANY.
¡NUNCA CAMBIES, PORQUE ERES ESPECIAL!
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