Hay tres cosas de las que estoy completamente segura.
Primero Edward es un vampiro.
Seguno, una parte de él, se muere por beber mi sangre.
Y tercera, estoy total y perdidamente enamorada de él.
El fenómeno Crepúsculo comenzó siendo puramente de adolescentes, pero muchas mujeres hemos caído rendidas a sus pies, a los de Sephenie Meyer o a los de Edward o Jacob.
A pesar de que las adaptaciones a la gran pantalla dejan mucho que desar, el batallón de fans que tiene esta saga a través de mundo, (y en el cual me incluyo) esperan que se haga una muy buena adaptación del cuatro libro, que es sin duda el mejor.
Acostumbrada a leer historias de vampiros desde siempre, tengo que reconocer que, a pesar de ser un poco pastelosa (un poquito de sexo, aunque no sea explícito, por favor) Stephenie Meyer nos sorprende con su visión sobre los vampiros, seres que no se esconden del sol por miedo a morir, sino por no ser descubiertos por los humanos. Capaces de convivir y cohexistir con los humanos (por mucho que te pese Rosalie) y de amarlos por encima de todo.
Crepúsculo no deja indiferente a nadie. O te encanta o lo detestas. No hay medias tintas con esta saga. Por eso he considerado que se merecía un rinconcito en este blog. La historia de amor de Bella (la humana) y de Edward (el vampiro) con todos sus demás adrezos (Charlie, Alice, Jasper, Emmett, Rosalie, Carlisle, Esme, Jacob, and company) es considerado un best-seller. ¿Por algo será, no?
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